Los recuerdos cuando se vienen se vienen; a veces a borbollones, otras veces en ensartas, como unos tubérculos muy preciados (con ese nombrecito dejarían de ser preciados, aunque nunca les encontré el porqué del nombre) que juntábamos en el rancho y les decíamos amapolas, pero no eran flores, sino que eran como papas dulces y muy jugosas, y cuando encontraba uno una raíz de esas plantas nomás era cuidar que no se cortara o se perdiera la raíz y bien podía uno lograr una ensarta de cuatro o más amapolas entre la tierra y las piedras. Al recordar la semana pasada el susto que pasé en la peluquería cuando era niño, me acordé de la puntada que se me ocurrió para parecer inteligente… no importa que con estos recuerdos esté demostrando que era bien pendejo… a las pruebas me remito.
Allá cuando los de mi generación éramos niños, que a mí me parece que fue ayer, aunque el calendario y mis hijos digan que fue hace muchos años, (‘stan locos), en aquellos años en el pueblo, digo, no había muchos ejemplos al alcance, como para que uno dijera: “cuando sea grande yo quiero ser como ese señor”. Tal vez los personajes que más admiraba uno eran los maestros y los padrecitos… porque se veían bien inteligentes y porque estábamos convencidos, por lo menos yo, de que ellos sabían todo, absolutamente todo lo que había por saber. ¿El doctor?…pues también, pero casi siempre sus pacientes terminaban por morirse tarde que temprano.
Convencido estaba también de que era tarea muy difícil llegar a sabio, pero por lo menos podía empezar por parecer inteligente y un buen día me rasuré unas “entradas” en la frente, porque había la creencia que el que tenía amplia frente, o tenía entradas por donde la frente entraba al pelo por los lados, era una persona inteligente, como los padrecitos y los profesores; de hecho para decirle a uno que era sonso le decían que no tenía ni dos dedos de frente, de manera que yo me rasuré para verme inteligente; sobra decir que lo único que logré fue la burla de los amigos que pronto descubrieron mi secreto y una mediana regañada en la casa. Y así fracasó mi no muy inteligente primer intento de parecer inteligente y cuando empezó a crecer el pelo, aquello se veía raro y no se usaban cachuchas tanto como ahora y como ya vivíamos en el pueblo, casi era regla que por las calles del pueblo se andaba sin sombrero, no eran potreros, pues era ciencia probada y comprobada por todos que el sol del potrero quemaba diferente al del pueblo.
Años después empecé a notar que usar lentes era una señal casi inequívoca de inteligencia, por lo que yo secretamente anhelaba llegar a usar lentes y, aunque no recuerdo haber hecho nada especial, un buen día tuve que usar lentes y pensé que con eso ya parecería inteligente. Pero poco me duró el gusto, porque, a más de que descubrí que eran incómodos y que tenía que usarlos constantemente y que no podía cambiar de Clark Kent con lentes a Supermán sin lentes, un amigo, que tenía las mismas pretensiones que yo, me contó que un oculista le había dicho que los lentes no hacían milagros, que si el individuo era inteligente lo hacían ver más inteligente, pero que si el individuo era atolondrodado lo hacían ver todavía más atarantado y empecé a fijarme bien, y era muy cierto lo que me dijo el amigo, porque había gente con lentes que estaban muy, pero muy lejos de parecer inteligentes, y ya no estuve muy seguro de mi segundo intento de parecer inteligente. Para colmo de males ya no volví a andar sin lentes.
Después noté que la gente inteligente leía mucho y me metí a leer a lo menso… pero después de un tiempo descubrí que leyendo a lo menso no se hace uno inteligente.
Con el pasar de los años y atareado en vivir, se me olvidó mi preocupación de querer parecer inteligente, un día vi que la gente frente a las computadoras se veía inteligente y volví a las andadas. Yo quería parecer inteligente y aprendí a medio manejarlas. ¿Te acuerdas del amigo que me dijo lo que me dijo de los lentes? ¿Con qué vas que me salió? ¡Con lo mismo! Que las computadoras son como los lentes, que al listo le sirven para hacerlo más listo y al mensarato nomás le sirven para perder el tiempo en chismes y jueguitos.
Por fin he renunciado, después de tantos años, a la tarea de parecer inteligente; ahora lo único que busco es ser un poco menos sonso y aprender y saber un poco y un poco más, porque hoy en día la información está al alcance de la mano, tanta información que, por mucho que sepamos, no nos queda más que decir con el filósofo: “sólo sé que nada sé”. Hay muchísimo por aprender.
Por otro lado, con la experiencia de los años he aprendido que la gente ya no le da mucha importancia a la apariencia, o no sabrán distinguir, porque ya los lobos ni siquiera se toman la molestia de ponerse la piel de oveja… A leguas se puede ver que hay gobernantes en el mundo que ni tienen la apariencia ni la capacidad para gobernar y la comunidad mundial los tolera y lea ayuda a someter a sus pueblos con tal de sacarles alguna ventaja… Los gobernantes del mundo se han vuelto hombres de negocios, y no en los que administren los bienes de la nación para que todos alcances beneficios. Nomás échale ojo a las fotos de cuando se juntan por ahí… que los veinte, que los treinta… que los siete o cuatro… y dime sinceramente si por las apariencias ves en esos gobernantes algo de la grandeza que un día se veía en los grandes líderes idealistas….El que no parece playboy, parece menso…. y en cuanto abren la boca lo puedes comprobar… ¿será que estoy envejeciendo o ellos son muy jóvenes? ¿Será que la madurez es cosa del pasado?
El sábado estuve viendo al consejo de seguridad de las naciones DESunidas dar sus declaraciones sobre Libia… Daba pena oírlos hablar, pena y esperanza, porque pensé: Caray, creo que puedo ser diplomático de las naciones unidas…
Claro que todos tenemos la culpa de lo que está pasando en el mundo, somos muy paciente y muy flojos para cuidar lo que hacen los administradores de la cosa pública… muy flojos para preocuparnos por lo que pasa en política y muy flojos para inmiscuirnos en buscar mejorar…. ¡nos dejamos mangonear y amensar muy fácilmente!
Aquí entre nos, mi último intento de parecer inteligente va a ser este de escribir artículos en una revista y en esta página… Un perdido a todas va… si la pego bueno y si no, despeado estaba…
Salud y saludos y hasta la próxima.
Nunca un hombre ha llegado a ser sabio por casualidad
Séneca
La cultura es el conocimiento de lo mejor que se ha dicho y pensado en el mundo
Mathew Arnold
El que sólo es sabio lleva una vida triste
Voltaire
Lo que más se necesita para aprender es un espíritu humilde.
Confucio
EL PILÓN:
Un Par de viejos…
Un par de viejos se conocieron caminando en el parque. Don Manuel andaba apenas en los 80, pero Don José ya tenía 87. Después de caminar un rato se sentaban a alimentar las palomas y a platicar de sus tiempos. A pesar de verse muy seguido poco platicaban de sus familias y dónde vivían, por lo que cuando Don José no vino un día al parque, ni al siguiente ni al siguiente… Don Manuel no supo siquiera a dónde ir a buscarlo o a preguntar por él. Primero pensó que tendría algún catarro, a las dos semanas pensó que estaría en el hospital, pero al mes, de plano pensó que ya estaría en el panteón. Pero pasadito el mes, un lunes apareció don José en el parque y se veía muy bien de salud. Por supuesto que se vieron con gusto y pronto dio razón de su ausencia.
–¿Te acuerdas de la meserita güerita de aquí del café de la esquina?
–¿con la que coqueteamos?
–Esa misma. Como anda de coqueta con los policías que allí se juntan, yo creo que para quedar bien con ellos, sabe qué les dijo, pero el caso es que me llevaron preso. ¿Te imaginas? Celosos, los cabrones yo creo. El caso fue que cuando me presentaron ante el juez y este me dijo que la muchacha me acusaba de violación, nomás de imaginarme me dio tanto gusto que me declaré culpable…
–¿No, pos si con un mes pagaste… yo me animo también…
–No, Manuel, no seas sonso, ¿cuál violación? El juez me dio un mes de cárcel ¡por mentiroso…..!
OTRO VIEJO……
Sucede que la pareja fue a luna de miel a la isla de la fantasía… cuando andas de luna de miel, cualquier isla es de fantasía, pero costumbres son costumbres y nuestra pareja fue a dar también a las Bahamas.
Para darse un respiro en las actividades mieluneras, bajaron al bar del hotel y vieron que anunciaban “El show del Negro Lorenzo” y al rato empezó la fiesta… Entró un Negro de grande cuerpo y grandes músculos rodeado de unas bailarinas de musculitos curiositos. El baile fue pegajoso y resbaloso, pero el gran final y lo atractivo del show vino cuando una de la bailarinas arrimó una mesita redonda y otra colocó cinco nueces en la mesa, mientras otra bailarina removía lentamente el taparrabo del negro Lorenzo, que al verse libre de ropa, con un rápido movimiento levantó de la entrepierna lo que parecía más bien una macana de policía y… Paz,paz,paz,paz y paz dejó bien aplastadas las nueces que una bailarina aventó hechas pedazos al público. De todo a todo aquel fue un show para recordar, por eso lo estamos recordando aquí.
A los veinticinco años regresó el fulano a la isla…Mira, si fue con su pareja a celebrar sus bodas de plata, si fue con otra, con otro, o si fue solo, es cosa que ni a ti ni a mí ni al cuento interesan… ¿para que preguntas esas cosas?, nomás me sacas de onda a mí y a los lectores. Vamos a suponer que fue con su esposa a celebrar sus bodas de plata y en una de esas cayeron al bar aquel y ¡ándale! que anunciaban “El show del Negro Lorenzo”. Por pura curiosidad, que después de 25 años ya era menos, fueron al show…. y para su sorpresa, era igualito al que habían visto.
Las bailarinas eran otras, porque seguían de musculito curiosito, pero el Negro Lorenzo era el mismo, menos músculo, pero garroso, y las canas no lo avejentaban tanto… No creyó la pareja que fuera a pasar lo mismo y no pasó… Ahora al final quebraba cinco cocotes, que aventaron agua por todos lados y quedaron bien apachurrados.
Si la primera vez la pareja quedó maravillada y no fueron a felicitar al Negro Lorenzo fue porque los menesteres lunamieleros los reclamaban en otro lado, pero esta vez fueron al camerino de Lorenzo a felicitarlo.
Lo primero que notaron fue que Lorenzo era muy modesto, hasta vestía de modo de que sus atributos no se notaran. Después de felicitarlo y platicarle cómo lo habían conocido hacía 25 años, el fulano le preguntó “¿por qué los cocos?”. Lorenzo se sonrojó un poco y contestó modesto: “Es que la mera verdad, con los años, ya me empieza a fallar la vista y una vez no le atiné a la nuez”
Me quedó borroso..ya lo compondré, pero dice:
–Oye, mamá, ¿está bien que rece por los niños que están sufriendo en Libia, Egipto, Irak, Afganistán….?
–Sí mi’jo, me parece muy bien que pienses en esos niños.
–¿Y a quíén le rezo, al dios de nosotros o al dios de ellos?
–Anda y pregúntale a tu tio el padre…
–ya fui..
–¿y qué te dijo?
–que fura a molestar a mi madre..
–Ah qué mi cuñao…..