En la muerte…. ¡Ni pensar!

Mi MADRE A sus  98 años, todavía sorprende con sus puntadas. (Me gusta recordar a mi madre de vez en cuando, para que si alguien siente la remota necesidad de recordármela vea que no es necesario).  Mi hermano mayor que es travieso e irreverente, le pregunta: ¿y usted no piensa morirse?… y ella muy seria contesta: “si vieras que en eso es en lo que menos pienso” y luego suelta la risa…. No creo que no piense en la muerte, pero quién sabe, porque he notado que la mayoría es en lo que menos pensamos… Simple y sencillamente no nos gusta pensar en eso….en “eso”, digo, porque ni siquiera nos gusta mencionarla directamente y por su nombre. “Cállate, no la llames”, dicen algunos, como si necesitáramos llamarla.

Por no querer pensar en la muerte sucede que casi siempre nos encuentra desprevenidos y nos sorprendemos cuando muere algún ser cercano a nosotros, siendo que es una cosa que viene pasando desde hace miles y miles  y quimiles de años y, queramos o no, nos va a llegar el turno también a todos y cada y uno de nosotros… Sí, también a ti que ya quieres irte y dejarme hablando solo, porque este tema no te interesa… ¡pérate, no huyas cobarde!

Tenerle miedo a la muerte es un miedo muy mal gastado, nada ganas con tenerle miedo… tampoco ganas  con  ponértele valiente. He encontrado pocas persona que le entren al tema sin reservas, casi todos empezamos a hablar de la muerte como quien entra de puntitas a una laguna de agua fría, con desconfianza y cuando el tema nos llega a lo vivo: a los hijos o nosotros mismo es como cuando el agua llega a esas partes sensibles y sentidoras Ah, jijo… se nos va el resuello

El otro día con los hermanos  abordamos ese camión tema y el más chico nos platicó que ya encontró un cementerio muy bonito, con caminitos y fuentes… y paisajes muy bonitos… como es medio artista ya sé que está pensando salirse en las tardes a pintar esos paisajes, con toda la calma que pueda tener uno que esté pacientemente esperando el día de la resurrección de los muertos … cuando dijo que por lo pronto le salía en cerca de 10,000 el chiste… le dije que ni lo pensara. Vanidad de vanidades y todo vanidad… y lo hice pensar y más cuando le dije que su hijo mayor, que piensa como yo, no iba a estar de acuerdo en ese desperdicio… vendería el lote y pagaría por la cremación y un tiempo más o menos sensato guardaría la cenizas,  y eso es más que suficiente… Por lo menos eso he dicho que quiero: Yo no  quero mirones, después de muerto; al crematorio lo más pronto posible y las cenizas a abonar algún árbol… del parque o del bosque… polvo al polvo… (y queda por ser hoy el miércoles de ceniza) Se quedó pensando y creo que en el fondo me dio la razón.. Por eso le seguí remachando. Los amigos que no te visitaron cuando estabas vivo, ¿a qué fregaos vienen a verte ahora que tienes esa carota de… pues de muerto? Y lo que vas a gastar después de muerto, gástatelo ahora de vivo y lo animé a que encargara una botellita para hacer más ameno ese velorio virtual que traíamos en la conversación…

El miedo a la muerte se puede dividir en dos: miedo al dolor, al estertor, a al estirar la pata y segundo el miedo a lo que haya después.  Si hay algo que nos estorba en la vida  y que nos impida el progreso es el miedo en general, y en el caso del miedo a la muerte, es uno de los miedos más mal gastados, como ya dije.  En primer lugar es inevitable la muerte, en segundo lugar todo ser humano tiene un “termostato” para el dolor: en cuanto el dolor llega a tu límite de tolerancia te desmayas y ya no sientes ni muerte, ni madre….si el dolor es de una herida mortal, cuando salgas del desmayo ya vas a estar del otro lado donde, supuestamente, no hay dolor. De manera que es miedo desperdiciado ese que vienes arrastrando por años. Segundo, el miedo a lo que haya del otro lado… ese miedo es infundido por los vendedores de “salvación”…  Dos cosas pueden pasar: que no haya nada (que haya nada)… y entonces ¿para qué preocuparse? o que haya algo, que es lo que todos esperamos… y entonces, pues para qué preocuparte si no sabes lo que vas a encontrar, no llores antes de que te peguen. Cuando llegues al otro lado, echa una mirada, has tus cálculos… y entonces sí, puedes echarte un grito de gusto o un grito de terror que oigamos hasta este lado, pero no vivas atormentado por cuentos… Lo que debes de hacer es investigar, estudiar, y sí preguntas, fíjate a quién le preguntas, porque desde el momento que va uno a peguntarle a alguien ya sabe la respuesta que buscas… Analiza tus creencias, si son creencias de otros, hazlas tuyas o deséchalas.

Yo sí creo que es saludable pensar en la muerte, tanto en la propia como la de los familiares cercanos…Imaginar de qué forma queremos morir y de qué forma podremos morir… Yo ya escogí un paro cardíaco masivo cuando esté dormido, de modo que un día no despierte a buscar el café, sino a corretear angelitas en el cielo. Te podrá costar trabajo  la primera vez que imagines a tus padres o a tus hijos muertos, pero yo creo que es bueno ayuda a entender al vida, la muerte y a que ésta no nos llegue tan de sorpresa. Creo que tendrás la cordura para guardarte esos pensamientos para tí, porque si le dices a alguien: «fíjate que estaba pensando en tu muerte» La rspuesta casi obligada es: «Qué, ya te estorbé» «Ya no me mantengas»… y cosas parecidas, pero aún así es bueno pensar en la muerte… propia y en la muerte de los demás y en la muerte en general….

Así como te preparaste para nacer te debes de preparar para morir…. Bueno para morir sí puedes prepararte por lo menos en lo práctico… paga tu cremación, paga el mariachi y el vino para los que vengan a celebrar tu muerte……..

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Acerca de licvidriera

Leo, medito, escribo, vivo y escribo en la eternidad
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