Mientras termino el artículo….

INOCENCIA

Inocencia de Jesús tenía la costumbre de confesarse cada semana, lo necesitara o no. Ya desde que la veía acercarse, el padre Indalecio ponía cara de pocos amigos.  La conocía hasta por el olor. Si ese era el olor a santidad y  si ese era el olor al que se referían al decir que alguien había muerto en olor a santidad, no era muy agradable.

Pero ese día, desde que la vio acercarse al confesionario, el padre Indalecio notó algo difetente en Inocencia de Jesús. Había algo diferente en la mirada, en el caminar…. hasta el olor era diferente… y luego el hablar.

–Me acuso, padre…

–¿lo mismo de la semana pasada, Inocencia?

–No padre, ahora sí pequé, Padre…o me pecaron, porque no estoy muy segura

Después de años de oír las mismas venialidades, por fin había un cambio, por lo que se interesó el padre

— Cuenta, hija, cuenta

–Verá, padre, todo empezó cuando, estaba  palticando con Toño el de la farmacia. Llegó un muchacho a comprar condones. Toño me vio extrañada y con curiosidad y me preguntó que si no conocía los condones y le dije que no. Me dijo que era una medicina muy buena y me preguntó si los quería conocer y, como yo soy muy inocente, le dije que sí. Me dijo que tenía que ir con él en su carro a la orilla del arrollo y, como soy muy inocente, le dije que sí, yo quería conocer los condones. Cuando llegamos a un lugar escondido, me dijo que me pasara al asiento de atrás de su carrito Volkswagen  y, como soy muy inocente, me pasé. Luego me dijo que me quitara los chones y, como soy muy inocente, me los quité.  Y luego, ya sabe padre que esos carritos traen como dos colgaderas, como lazadas entre las ventanillas a cada lado, pues me dijo que metiera un pie a una lazada y otro en la del otro lado, y como soy muy inocente….

— Párale, párale, muchacha. ¡Inocente yo! Llevo veinte años manejando Volkswagen y  hasta ahorita me voy dando cuenta para qué eran esas colgaderas……

Alla en los años 60s, muchos padresitos manejaban Volkswagen…. esto ha de haber sucedido en los ochentas

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Acerca de licvidriera

Leo, medito, escribo, vivo y escribo en la eternidad
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