Inocencio
La novia de Inocencio le encargó que comprara unos condones y que se los llevara el sábado que se vieran en el parque. El pobre de Inocencio nunca había andado en esos trances. Dos veces entró a la farmacia y dos veces salió sin comprar nada. Ya tarde estuvo muy al pendiente y en un momento que no había nadie adentro ni se veía nadie por la calle entró y todo sonrojado le pidió a la muchacha encargada una caja de condones. La muchacha tenía experiencia y de inmediato olió virginidad madura y para mucha gente ese olor es un afrodisiaco de lo más poderoso. Usó todos los trucos para seducir al pobre atolondrado Inocencio, hasta aparentó que se le caía la caja de condones y se agachó a recogerla de modo que su meneante trasero quedara casi gritando a la vista de Indalecio. –¿Sabes cómo usar los condones? le preguntó a Inocencio con voz seductora y ojos que parecían señales de marineros. El muchacho no pudo hablar, porque se atragantó, apenas pudo mover la cabeza, como péndulo de reloj, pero sin despegar sus ojos de los ojos de la muchacha… –¿Quieres que te enseñe? Ahora fue de arriba a abajo como se movió la cabeza de Inocencio, pero sin quitarle la vista a los ojos de la muchacha, pero en una de esas subidas y bajadas de cabeza no alcanzó a subir la mandíbula y se le quedó la boca abierta y más la abrió cuando la muchacha le tomó el dedo más grande, se lo pasó por los labios, lo mojó de saliva y luego poco a poco le colocó un condón que, con mucha destreza sacó de la caja con una sola mano. La suavidad en los movimientos, en la voz y en la mirada hicieron que a Inocencio se le acabara la suavidad y se le endurecieran los dedos, las manos y algo más que pronto notó la muchacha y le rozó el cuerpo al tiempo que le ponía el condón en el dedo más grande de la mano izquierda. –Nunca has estado con una mujer, ¿verdad? Preguntó con la voz ya entrecortada. El muchacho dejó caer la cabeza y la volvió a levantar casi como embistiendo, pero no soltó palabras. La muchacha ya había pasado ese punto en que la prudencia puede intervenir, de manera que vio rápido la hora y procedió a cerrar la puerta. Colgó el letrero de cerrado y a toda prisa llevó al muchacho a la trastienda, se arriscaron la ropa y procedieron al rito que empezó hace miles y millones de años entre hembras y machos de todas las especies animales… y puede ser que en las inanimadas también, rito que en tiempos es tenido casi como divino y en otros tiempos es tenido casi como cosa del diablo, pero que sigue preservando especies para el porvenir….,pero eso fue todo lo que nuestra pareja alcanzó a pensar en un momento de paz y relajamiento porque luego la muchacha procedió a la segunda lección…. Cuando por fin terminaron agotados y contentos le pregunta la muchacha preocupada a Inocencio si había usado los condones, esta vez Inocencio sí habló y fuerte: ¡Claro! dijo al tiempo que le mostraba cuatro condones encimados en el dedo mayor de la mano izquierda…. ¿A poco creías que no había aprendido a usarlos?
Son la cuatro de la mañana Y es distinta la luz de la luna Que entra por mi ventana Es brillante porque pocos la miran, No esta muy gastada. Ni muy repartida. Son las cuatro de la mañana. Hace rato que se acabó el ruido De borrachos y desvelados Y no empieza el bullicio De los que marchan temprano al trabajo. El silencio es tan profundo Que con un poco de esfuerzo puede oírse el zumbido de la tierra girando en el espacio. Son las cuatro de la mañana La hora en que se mueren los viejitos. Sin darse cuenta Se mueren dormidos ¿irán a despertar en otros tiempos O en otros mundos desconocidos? No cuesta trabajo morirse a las cuatro de la mañana. Cuando las estrellas se ven más solas Y más cercanas… Los mundos se acercan Se cierran los tiempos Lo real y lo irreal La vida y los sueños Son las cuatro de la mañana Y no sé si sueño O si estoy despierto y no sé si vivo o estaré ya muerto… ….(Levántate, flojo, Y deja de hacer estos versos) que pasa de las cuatro, deja de hacerle al menso).