Hace días me topé con Pedro, un conocido al que no veía desde hacía algunos años; de esos conocidos que llamamos ‘amigos’, porque en algún tiempo anduvimos algún tramo de la vida juntos, pero con los que no mantuvimos ni siquiera el eslabón anual de la tarjeta de Navidad, por lo que no se deberían de llamar amigos, esa palabra debe de usarse con cuidado y respeto; sin embargo al encontrar conocidos se hace la plática, ya sea forzada o buscada, y tiene uno que volver al tiempo aquel en que se convivió y hablar de los conocidos comunes, por lo que empecé por preguntarle que si había vuelto a ver al “amigo” aquel que dejó la esposa con más de una docena de hijos para irse con una muchacha, casi de la edad de su hija mayor. “Como que aprendió a leer la Biblia en otra forma y entendió que “por la mujer dejaría el hombre a su padre, a su madre… y a su esposa y a sus hijos también”, le comenté sonriendo a mi… conocido.  Y remaché comentando que poca gente había entendido aquello del abandono de la mujer y los hijos y que casi nadie lo había visto bien; -comenté eso por hacer plática, no porque me importara ni molestara en lo personal-, pero noté que el amigo se puso serio, me vio directo a los ojos, casi como diciendo que no me metiera en lo que no me importaba, que si el fulano había tomado esa decisión era asunto de él muy personal, y añadió con tono firme y sentencioso: “sólo el que carga el morral sabe lo que lleva dentro”. 

 “Ta bueno”, pensé y comprendí que hasta allí había llegado ese tema, porque no había la confianza como para refutar y discutir, por lo que platicamos de otras cosas, y entre esas y las otras, salió que Pedro llevaba dos divorcios, había vivido con tres compañeras y actualmente acababa de “juntarse” a una cuarta mujer, comprendí perfectamente el que defendiera el cambiar de morral. Lo compadecí, porque el andar cambiando de “morral”, puede demostrar mala suerte, pero más bien ligereza para andar echándose al hombro morrales sin saber lo que traen adentro… A buen entendedor pocas palabras.

Para los malos entendedores y los tercos vaya lo siguiente…

1.- Tanto hombres como mujeres cargan morrales, y hombres y mujeres, con razón o sin razón, a veces largamos el morral…y se ven por los caminos de la vida muchos morrales tirados

2.-  Hay morrales que uno se echó a cuestas por su gusto, por su terquedad, porque así quiso, porque no quiso hacer caso, porque le gustó el morral y no le importó revisar lo que llevara dentro… Eso de que sólo el que carga el morral…..  no es cierto en todos los casos, hay quién se dé cuenta muy tarde que su morral contenía un tesoro que nunca aprovechó y quién se dé cuenta muy tarde que su morral llevaba una víbora venenosa  (o un víboro) hija de… otras más venenosa todavía y de un víboro… sin veneno…

3.- Cuando uno se comprometió libremente a cargar un morral una distancia o un tiempo, debe de cumplir su palabra, si es persona de honor, por eso una persona inteligente debe de revisar bien el morral antes de comprometerse: ver si lo voy a poder, si su contenido no me va a dañar y hasta ver si su aspecto no me causará vergüenza cuando me vean cargando ese morral, morralito, morralote o morralazo; mucha otras cosas se deberán ver y considerar antes de cargarse el morral.

Antes, cuando se vivía más en comunidad se conocían los morrales desde chicos y sabía uno lo que contenía cada morral. Los compromisos se cumplían sin andar aventando los morrales por el camino con mucha facilidad  como se hace ahora. Si antes era importante, ahora con más razón debe ser responsabilidad de los padres aconsejar a los hijos para que no carguen un morral que no les convenga.

4.- Hay otros tipos de morrales de los que todos cargamos alguno: Raza, patria, religión cultura, etc. Son morrales que no escogimos; que nos cargaron, a veces desde antes de nacer, a veces desde recién nacidos y a veces un poco después, pero en los que no tuvimos nada qué decir. Algunos de esos morrales no los podemos dejar ni cambiar, pero otros sí. Todo racional debería de revisar los morrales que le han echado a cuestas y revisar su contenido y cargar únicamente lo que le convenga, le sirva y quiera…

Cargar los morrales que se comprometió uno cargar está bien, pero no está bien cargar morrales ajenos, que te pueden hacer difícil el caminar y siempre, siempre revisa tus morrales, para que puedas decir con razón: sólo el que carga el morral sabe lo que lleva dentro.

                      Salud y saludos.