Oí por ahí… ¡no te creas, no te creas! Por allí no oí nada, porque luego voy a estar como un amigo mío que se apellida Santacruz y es el mismo diablo, que un día le dijo a una muchacha “vamos a comer por ahí” y la muchacha le contestó muy seria y preocupada “yo por ahí no como”… De manera que yo no oí por ahí, sino que una ilustre y respetable lectora de la revista me comentó que ya leía El Aviso, pero “eran muy mal hablados”… Inmediatamente le hice un supositorio y asumí que se refería a cierto columnista que sí se manda con el lenguaje, y fiel a la institución donde saco para los frijoles, lo defendí y le dije muy tranquilo que el tal señor de la columna digo nomás digo, escribe así porque hay mucha gente que disfruta de ese tipo de lecturas, y que tiene su público, y que fue y que vino, pero en la cara de la señora noté que no me entendía, hasta que me dijo: “Pero no es esa la columna es la de un monito con sombrero que se parece a usted” ¡En la torre, mi general! Se refería a mí, No lo podía creer ¿Mal hablado yo? Pero luego caí en razón… no seré mal hablado, pero al escribido sí, Le tuve que creer porque me dio santo y seña de lo que yo había escrito en el susiodicho artículo. Me sonrojé como en los buenos tiempos, ¿Avergonzado?… no creo, más bien encabritado al ver el puritanismo. Le dije que no era para tanto, que cuando mucho había un pinche y un pendejo en el artículo. Y allí fue ella la que se sonrojó indignada.. “¿Y quiere más? si oír esas palabras da sabe qué, ahora verlas impresas en una revista es vulgar, muy bajo”.
Bendito sea Dios, (para no decir otra tarugada) Eso me saco por andar invitando a la gente a leer mis pendejadas. Pero me van a respetar todas esas personas puritanas y respetables, cultas y refinadas, yo las respeto, las entiendo y las defiendo, porque siempre he dicho que si no hubiera malos gustos, pobres de los feos y feas y también repito seguido lo que dijo el zorrillo cuando los demás animales se quejaban de su mal olor: “cada quien apesta como puede”. Pero creo que algunas personas harían bien en analizar tranquila y desapasionadamente sus realidades, sus prioridades, anterioridades y sus posterioridades.. (esto por aquello de que la zorra nos e ve su cola…¡cómo pierden fuerza las expresiones cuando hay que explicarlas!) para que se den cuenta que muchas veces se asustan de un pendejo y van y se abrazan de un hijo de la tiznada… Sí, hombre, nos escandalizamos por una palabra que a veces ni entendemos bien, pero soportamos realidades injustas de la vida sin chistar. ¿Me puedes decir exactamente lo que signifiquen pendejo e hijo de la tiznada? Cuando averigües vienes y me platicas. Lo que yo te digo es que, como yo entiendo las cosas, a mí me ofende menos que me digan pendejo a que me traten como un pendejo. Pendejo te lo pueden decir de vacilada, de confianza, hasta de cariño, pero tratarte como un pendejo o verte la cara de pendejo nunca es de vacilada, nunca es de amigos, siempre es en serio y siempre con ventaja.
También te advierto que por dos o tres puritosanos puritanos quise decir, pero no dije, que hacen aspavientos por una pendejada, no voy a dejarle de ponerles chile a mis tacos. Vas a seguir encontrando en mis escritos palabras populares que te podrán parecer vulgares y corrientes, pero te advierto, te garantizo y prometo que las voy a seguir usando donde encajen y suenen bien y el tema las requiera, porque es el lenguaje del pueblo, porque son palabras que no ofenden si no van con la intención de ofender y si no te quieres dar por ofendido. De modo que chile picante sí vas a encontrar en mis chilaquiles. Como dijo un señor de mi pueblo que era muy mal hablado un día que el cura del pueblo le dijo que era bueno que no dijera tantas malas palabras… “Mire, señór cura, -le contestó Don Manuel- soy hijo de (/(&%$%#” para si vuelvo a decir chingaderas”…Puedes llamarle picardía si quieres. ya me dijeron que no les pusiera tanta crema a mis tacos, que porque mi humor es muy fino y muchos no lo entiende…. (Qué manera tan fina de decirme que para comediante y humorista no sirvo)
Según un estudio… ¡Y estos sí me tienen hasta la… el tope! ¿Se han fijado que para todos citan un estudio? Y si un estudio lo dice ya quieren que uno lo tome por cierto, aunque al rato otro estudio demuestre lo contario… y que un estudio dijo esto y que un estudio dijo lo otro y nunca se ve gente estudiando ¿de dónde fregaos sacan tantos estudios?.. Pues un estudio mío dice que… la mayoría de los estudios valen pito…. (Y a todo esto, ¿por qué se dice que algo vale pito cuando no tiene valor? No hay derecho, hay que cambiar eso) y otro estudio mío dice que la gente se ofende más por palabras que no entiende bien, palabras cuyo significado es vago o confuso, que por palabras claras y definidas… te ofendes más si te dicen barbaján, memo, sandio, que si te dicen buenoparanada.. hay palabras suaves que llevan más veneno que las palabras rasposas…
Además, no es delito ser menso ni ser pendejo, ni ser tonto, todos lo somos en alguna medida; lo malo es, después de serlo, todavía hacerle al menso, hacerle al pendejo o pasarse de pendejo. Como también es malo dejarse ver la cara de pendejo o querérsela ver a los demás, pero si te gusta véselas.
A los que son más pendejos que tú debes de comprenderlos y ayudarlos, en lo que tu pendejez te lo permita, a superar su pendejez. A los que son menos pendejos que tú debes de imitarlos y aprender de ellos, dijo, si tu pendejez te lo permite, porque la pendejez, así como la vez de pendeja, casi siempre anda acompañada por el Señor Orgullo.
EL PILÓN.- Casi en todos los pueblos hay una o más personas que el pueblo juzga de tontos y con lo que se divierte los aguzadillos… En un pueblo se divertían con el menso del pueblo, poniéndole dos monedas para escogiera; una era de cinco pesos y era grande, la otra era de diez pesos y era pequeña, el menso se podía llevar la moneda que escogiera y siempre escogía la más grande. Se iba riendo y los otros se quedaban burlándose de él. Un día un alguien le dijo que no fuera menso, que agarrara la moneda más chica porque tenía más valor… El menso le dijo que él sabía bien que la moneda chica valía más, pero que con ese jueguito recogía hasta 200 monedas por mes, que si desde el principio hubiera escogido la moneda más valiosa el jueguito se le hubiera acabado pronto…
Ahora dime tú, ¿quién era el pendejo?.. Así pasa en los pueblos, en las ciudades, en el mundo entero. No tenemos las cosas muy claras, por las dudas no te burles de los pendejos, porque puede ser que el pendejo seas tú, como cuando nos quedamos muy contentos porque hacemos pendejos al gobierno porque se lleva la moneda chica, por ejemplo…
Salud y saludos…