El otro día me encontré en la red una foto de un viejillo que se parece a mí cuando estaba viejo. La foto de una pareja de ancianos tenía una leyenda diciendo que su matrimonio había durado porque “Es que somos de una generación en que si algo se descomponía, no lo tirábamos, lo reparábamos”.
Estoy seguro que muchos ni siquiera entenderán lo que eso significa, porque crecieron descompuestos y no los han reparado, porque ya no se usa componer las cosas. Estamos en los tiempos de lo fácil y la flojera: “¿No sirve? Tíralo.
Los viejos sabemos y vemos, con tristeza, que se tiran muchas cosas buenas, que se desperdicia mucho, porque somos de la generación que componía las cosas. Qué esperanzas que se tirara algo nomás porque dejó de “jalar”… Al “radiotécnico”, lírico, por supuesto, o que había aprendido el oficio de su padre o del viejo dueño del taller, le llevábamos el radio y las televisiónes descompuestas y todo lo que tuviera enchufe eléctrico y no trabajara bien o no trabajara del todo. Y el radiotécnico casi nunca se daba por vencido y a todo le buscaba compostura, y mantenía su taller repleto de televisores y aparatos viejos, con la esperanza de algún día componerlos… ¡Pero no se tiraban las cosas!
Las mamás eran buenas para reparar un pantalón para que pasara por dos o tres dueños, sin que pareciera el mismo pantalón, y cuando la mamá no sabía hacerlo se los llevaba al sastre que también estaba ocupado todo el tiempo y tenía su sastrería llena de retazos de tela y de prendas en la sala de espera.
Las pilas del radio o de la lámpara que perdían su “jugo” no las tirábamos, las poníamos arriba de las tejas del techo y en un día volvían a agarrar carga del sol….y muchas cosas más hacíamos, que ahorita no recuerdo, pero que tú debes de recordar bien… ¡Pero no se tiraban las cosas!
Los herreros eran otros reparadores, que se mantenían ocupados. A ellos les llevábamos lo que fuera de metal o mecánico, desde las máquinas de coser y de escribir que perdían algún tornillo o un resorte o se les gastaba una pieza, hasta las rejas de los arados para que les pusieran una calza y volvieran a surcar los campos. Con decirte que hasta las cubetas se parchaban para que no tiraran el agua o la leche…y cuando ya no se podían parchar las cubetas las convertíamos en macetas para plantas de flores o yerbas de olores… ¡Pero no se tiraban las cosas! … señores¡, para que rime…
¿Tacaños? Llámale como tú quieras, yo creo que sabíamos cuidar las cosas y los recursos y no vivíamos con tanta basura ni desperdiciábamos tanto.
En todas las casas se componía lo descompuesto y lo que no se componía de inmediato se guardaba en el cuarto de los tiliches que más que un asilo de cosas viejas, era una sala de espera para las cosas descompuestas, donde había desde una silla con una pata rota, una licuadora sin vaso, un veliz con la chapa desconchinflada, una bicicleta sin pedales, unos pedales sin bicicleta, un dispar de zapatos viejos… ¡Pero no se tiraban las cosas! ¡Se reparaba, se componían!
Ah, También había componedores de huesos; que te torcías un brazo, el tobillo, el cuello; que se te safaba una coyuntura, el componedor te componía… Se fueron acabando porque ahora lo unico que se le puede descomponer a la gente son las nalgas… ¡pasamos todo el tiempo sentados!
Tampoco quiero ser hablador, también había cosas que no podíamos y no pudimos componer, fueron muchas, de haber compuesto todo no habríamos llegado a este estado de cosas en el mundo. Pero la lucha le hicimos y no sólo a componer las cosas materiales, también tratábamos de componer las cosas inmateriales, una amistad venida a menos por causa de un malentendido, o un matrimonio que dejaba de funcionar por alguna desavenencia, y cosas por el estilo. Creíamos firmemente en el dicho: “hablando se entiende la gente”… y cuando la gente se entiende se arreglan las cosas. Y aunque no éramos tan habladores como la gente de ahora que se pasa todo el día hablando, cuando hablábamos nos entendíamos, porque aparte de hablar escuchábamos, hoy en día todos hablamos y nadie escucha, porque no queremos perder tiempo… y no nos entendemos. Si el matrimonio no funciona, sepárate; si ese es enemigo, mátalo. Si aquel no te quiere vender a tu precio, róbale… ¡Consumir para tirar…! Esa es la vida moderna
Con todo lo avanzado que nos creemos, no podemos entender que las enemistades no se solucionan matando al enemigo, eso produce más enemistades. Que los matrimonios… bueno de eso luego hablamos, porque se me está acabando el papel…. nomás te digo que a estas alturas ya deberíammos de entender que si las guerras fueran solución para una mejor sociedad, nuestro mundo sería un paraíso terrenal desde hace miles de años… y hasta sin serpientes engañadoras…
Una cosa que no he podido componer es este papel para que no me acabe tan pronto… voy a dejar esto en punta por ahora, lo dejo en el cuarto de los tiliches luego lo compongo, porque ahora tengo que invitarlos a la Feria de Huntington Park el 6 y 7 de abril, para que visiten el puesto de El Aviso, donde voy a estar por dos horas… Que para que los lectores conozcan a los ecritores… yo también los quisiera conocer, si los encuentran me dicen. Allí voy a estar como un chango para que me visiten; no vayan a llevar jitomates que voy a tener guarura para que los revise, lleven tequila y echamos un brindis… Ah, y lleven dinero porque les voy a vender libros, (no credit, Panchito). Sábado 6 de abril de 2 a 4 pm. en la carpa de El Aviso por la Pacific, cerca de la Randolph
Salud y saludos y hasta la próxima licvidriera@aol.com