«El aguila no caza moscas»
Es un dicho viejo, ya se usaba en tiempos de los romanos: “aquila non capit muscas”. Algunos se lo atribuyen a Julio César, pero bien puede ser más antiguo. De hecho, en buen latín se oíría mejor «Aquila muscas non capit», pero los dichos usan más bien el lenguaje popular…
El águila desde siempre se ha considerado un símbolo de majestuosidad, de grandeza, casi tirando a soberbia. Imaginar un águila persiguiendo moscas es algo que desdice de la grandeza de ese animal.
De la misma manera desdice de la condición de un hombre superior y sabio ocuparse de asuntillos sin importancia… que es cuando se aplica el dicho… Como cuando te piden que escribas de chismes o de personas que no valen la pena… ¿Por qué no escribes de Trump? me preguntan, yo respondo: “Aquila non capit muscas”, o “ad majora natus sum” (nací para cosas más grandes)… claro que en este caso en particular me quedaba mejor contestar, porque “El miedo no anda en burro”….
El dicho también quiere decir que no hay que desperdiciar recursos valiosos ya sean dinero, tiempo o energía, en asuntos o personas que no valen la pena, por lo que equivaldría a “No gastar la pólvora en infiernitos…” …. y ya me quedan pocas balas….
HUMORADA
Don Pascual era rancherote de corazón… De aquellos de huarache, pantalón de pechera y pañuelo rojo, pero también era dueño de muchos terrenos y muchos dineros…. Decían que su riqueza se debía a que sabía cuidar lo que tenía… Era tacaño, pues, el hombre. Aunque no por eso dejaba de darse algún gusto de vez en cuando. Por eso, en esa ocasión que andaba en la ciudad y se tuvo que hospedar en un hotelito no muy caro, por supuesto, el muchacho encargado le dijo que si quería le podía mandar una “cobija” a su cuarto para que no pasara frío en la noche…. Como no entendía don Pascual por qué tuvieran que mandarle cobija, ¿qué acaso no había cobijas en el cuarto? El encargado le explicó que le decían “cobija” a una muchacha, que por unos cuantos pesos lo acompañaría en su cuarto. Se le iluminó el rostro a don Pascual y se le levantó el ánimo, pero cuando le dijo el muchacho que el servicio costaba mil 500 pesos, exclamó enojado don Pascual.
−“¡Mil 500 pesos! ‘tas hasta la… en mi pueblo puedo conseguirme una muchacha por un par de medi as!”
−“¿Entonces a qué viene a la ciudad?”.
− Pos a comprar unas cajas de medias, atarantado!!!