Dichos y Refranes… Pa’ los toros…..

«Pa’ los toros del Jaral, los caballos de allá mesmo»

Por los rumbos de San Felipe Torres Mochas, en Guanajuato, se encuentran los restos de El Jaral de Berrio, una de las más grandes y prósperas haciendas que hubo en México. Se mantuvo hasta los años de la Revolución. Por los tiempos de la guerra de Independencia de México, el dueño del Jaral era el conde Juan Mocada, español nacido en México, pero muy fiel al rey y enemigo de los insurgentes. Como ayudaba a los realistas con mucho dinero, los insurgentes también fueron a quitarle algo de dinero… y fue lo que llamaron «El robo de el Jaral» cuando Javier Muna con su gente dio con un entierro en la cocina de la hacienda y se llevaron el tesoro al fuerte del Sombrero, allá con Pedro Moreno. Eran 140,000 pesos de oro y plata, se los llevaron en cuatro carretas tiradas por 14 bueyes cada una, para subir al cerro del fuerte, cambiaron el tesoro a cuarenta burros, como era de noche se perdieron algunos burros..con todo y arrieros… unos 30,000, pesos se perdieron…

Pero volviendo a la hacienda del Jaral, aparte de muy rica, cuentan que los dueños llegaron a tener 99 haciendas (nomás por no completar el ciento)  y propiedades en la capital, era famosa la hacienda por los toros de lidia que ahí se criaban y los buenos caballos…   Cuando se toreaban toros del Jaral y los caballos de los rejoneadores o de los picadores también eran del Jaral, se veían buenas corridas…. Sería porque los caballos ya les conocían las mañas a los toros. De allí salió pues el dicho: «Pa’los toros de El Jaral, los caballos de allá mesmo», que se aplica cuando alguien, usando su experiencia y sabiduría, pone en su lugar a alguien que presume o hace alarde… sobre todo cuando son paisanos o parientes. El dicho se parece al otro de que para que la cuña apriete debe ser del mismo palo….

De el Jaral salió el caballo que sirvió de modelo al escultor Manuel Tolsá (1757- 1816) para la famosa estatua «del caballito» o de Carlos IV, en la ciudad de México… Estatua que tanto alabaron los asistentes a la develación  (9 de diciembre de 1803) hasta que la Güera Rodríguez (1778-1851) les dijo que la estatua no estaba bien hecha, que tenía un serio error… Esa vez acompañaba a la Güera Rodríguez el famoso viajero alemán, Barón de Humboldt… Nadie quería tomar en serio a la Güera, hasta que les apunto a los pendientes del caballo, y ella, conocedora de la anatomía de los machos, les dijo que nunca en su vida había visto dos testículos que colgaran parejos como los del caballo de la estatua… que siempre, siempre… uno colgaba un poco más que el otro… Era incapaz, doña Ignacia, pero estaba en lo cierto… la Güera enamoró a muchos famosos…A Simón Bolívar, al que conoció en su paso por México, ya casi lo hacía olvidar su viaje a Europa. Hay quienes digan que al mismo Barón de Humboldt le quitó lo… pero esos serán chismes, lo que sí sé es que ahorita, la Güera Rodríguez mandó a muchos al baño a revisarse sus «pendientes»…

Con razón algunos dicen el dicho…. «Pa’las mulas del Jaral, los caballos de allá meso»… O más bien, en este caso sería «Pa’ los caballos del Jaral, las mulas de allá mesmo» 

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Acerca de licvidriera

Leo, medito, escribo, vivo y escribo en la eternidad
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