Se llama sangría a un tratamiento médico que consiste en la extracción de sangre del paciente para el tratamiento de dolencias y enfermedades. Para el médico griego Hipócrates, cualquier desequilibrio en los cuatro “humores” del cuerpo: sangre, bilis negra, bilis amarilla y flemas, era una causa de enfermedad. Y la mejor forma de corregir este desequilibrio era drenando el exceso de sangre.
Fueron las sangrías de uso muy común hasta bien entrado el siglo XIX, a pesar de los riesgos y de carecer casi siempre de efecto curativo, sin embargo, la gente le tenía fe a las sangrías o sangrados.
Si nos remontamos a la Europa de mediados del siglo XIX, las sangraduras eran un gran negocio. Aunque las sangrías se hacían con cortes de navajas, las sanguijuelas fueron uno de los métodos más civilizados para la extracción de sangre de los pacientes, y por esa época de los 1830 en Europa, el uso de sanguijuelas para tratar casi todos los achaques alcanzó su cima, con Francia importando cerca de 40 millones de esos animalitos al día.
Con el auge de la ciencia dizque “racional”, y sin evidencia para apoyar la práctica, las sangraduras dejaron de practicarse a gran escala. Pero nunca desapareció del todo el uso de sanguijuelas. Hoy en día, hospitales como el UCHL, en Londres, utilizan a estos gusanos para drenar el exceso de sangre tras microcirugías, porque ayudan a la curación natural.
Las sanguijuelas pueden utilizarse en los cuidados postoperatorios de trasplantes de piel o tras volver a pegar dedos u orejas cortados.
Las sanguijuelas producen una proteína que evita la coagulación de la sangre, y esto da tiempo a las venas pequeñas a volver a soldarse.
Gales es ahora un centro de la terapia con sanguijuelas y alberga una fábrica donde se proveen decenas de miles de sanguijuelas medicinales a hospitales de todo el mundo.
Hermafroditas, con 32 cerebros, 9 pares de testículos y una mandíbula con tres hileras de 100 dientes cada una… así son las sanguijuelas… y así se usan para curar…..
Por algo nos asustábamos cuando íbamos bañarnos al bordo y salíamos con dos o tres sanguijuelas pegadas al lomo o a las piernas; de haber sabido que tenían tantos dientes el susto habría sido mayor…
Sr Vidriera, Mi conocimiento de las virtudes curativas del las sanguijuelas era un tema medio oscuro para mí. Pues teniendo una vida demasiado ocupada, nunca me daba tiempo para meditar deteniedamente sobre esas cualidades. Por lo cual le agradezco de corazón que se tome su tiempo, paciencia, experiencia y conocimientos para compartirlos con nosotros..Leerlolos aquí rescata la capacidad de informar que muchos le niegan a este medio de comunicación. Sólo ruego al Omnipotente que le dé muchos años más de vida sana haciendo lo que le gusta desde que tiene uso de razón: Escribir. Y que lo siga haciendo dando un mensaje capaz de iluminar a cada persona que leamos sus pensamientos y resultados de sus investigaciones/.