«Mientras son peras o son manzanas»
Yo este dicho también lo había oído como “Mientras son peras o son perones”…. Pero mientras son perones o son manzanas, vamos a darle una explicación.
Se usa esta expresión cuando hay dos, o más, posibilidades de explicación del origen de alguna situación o problema, pero que en ese momento son de poca importancia porque el origen no importa, lo que urge es la solución. “Adán dice que fuiste tú, y tú dices que fue la serpiente, mientras son peras o son manzanas se me largan todos del paraíso”
Otro ejemplo, más que claro, podrías ser.
– “Maestro, aquí nació este arbolito, yo digo que es un manzano y Miguel dice que es un peral, ¿usted qué dice?
–Yo digo que mientras son peras o son manzanas lo que deben hacer es cuidarlo, regarlo bien y quitarle la yerba, si no, no van a tener ni manzanas ni peras….
MaSo
Nota indiscreta:
Lo de «Peras y perones» más bien era un cuento de los muchos que le atribuyen a don Francisco de Quevedo (1580-1645), como aquel de que alguien le apostó a que no le decía coja a la reina, que sí era un poco coja. Quevedo aceptó la apuesta.. y un día que vería a la reina, tomó un clavel y una rosa y se acercó galante a la reina y le dijo: «Entre el clavel y la rosa su majestad es-coja»
Otro día que iba por la calle, dos mujeres le gritaron desde un balcón «¿Qué horas son don Francisco»
Quevedo vio que las mujeres eran galantes y les contestó:
«Eché mano a mi reloj
Y hallé las pesas colgando
Y el minutero apuntando,
Señoras, para las dos»
Otra más fue cuando estaba follando con una moza a campo abierto sobre la hierba…
Mis labios con labios sellas,
Mientras pensando calculo
Que tú miras las estrellas
Y ellas me miran el …
Lo de las pera y perones, la cuentan como que un día se metió a hacer sus necesidades a la huerta de un convento, pero en eso venían dos monjitas y a Quevedo no le quedó más que apurarse y se subió a un árbol a esconderse, pero con tan mala suerte que se le rompió el pantalón y quedaron al aire sus parte sus partes nobles… Cuando vieron aquellas cosas, las monjitas empezaron a discutir. «Son peras» decía una. «Son perones» decía la otra.. y así duraron rato, hasta que Quevedo cansado e incómodo en la rama del árbol, les gritó: «No son peras ni son perones, son mis…testes, bien pelones»…
Han de dispensar esta nota que no viene muy al caso con el dicho, pero creo que es amena, y a fin de cuentas, échenle la culpa a Quevedo. Y échenle la culpa a la memoria que funciona bien par aalgunas cosas, porque hace años que leí esas anécdotas y no se me han olvidado, y hoy que tú las leiste se te van a quedar en la memoria…