Corría el año del caldo… y corría el caldo del año… andaba yo de novio… y en una pasada por algún lugar vi que anunciaban a Cantinflas… y ese fin de semana llevé a la novia a ver a Cantinflas… Nunca, menso de mí, me pasó por la cabeza, ni por ningún otro lado, que Cantinflas no se iba a andar presentando en un saloncito de Chicago, (lo que es andar enamorado.. entonces le podía echar la culpa a eso, ¿ahora a qué fregaos le echo la culpa?) por eso cuando a la entrada del salón vi bien el cartel del anuncio, y allí decía, aunque con letra mucho más chica, que se trataba de un imitador… no me sorprendió …De cualquier manera nos entretuvimos y es que siempre he sido admirador de mi tocayo. Muchas veces he tratado de imitar ese su modo de hablar que parece que dice mucho y no dice nada… ¿o será al revés, que parece que no dice nada y dice mucho? Y al tiempo que él hace giros con el lenguaje tú giras la cabeza y mueves los ojos, a veces parece que envistes, a veces te retiras como para oír mejor, cambias de oreja y medio cierras los ojos, y giras la cabeza y la vuelves a girar, esperando a ver a qué horas llega esa palabra que, como hilo mágico, ensarte todo el palabrerío y le dé sentido a lo que dice Cantinflas, pero esa palabra nunca llega, y Cantinflas da media vuelta, se va con su paso meneado y te deja rascándote la cabeza, preguntado ¿qué dijo? ¿dijo?
Y por más que no entienda uno, siempre queda la espinita de que dijo algo importante, algo interesante, y yo sé de más de tres que todavía ven con atención las películas de Cantinflas, oyendo por enésima vez ese discurso, esa frase, a ver si por fin le encuentran ese mensaje que creen que se encierra en cada discurso de Cantinflas, porque simplemente no puede ser que cosas tan bien dichas, con tanta fluidez, con tanta seguridad, con tanto entusiasmo, oiga usted, y que no digan nada,.. ¡Cómo, pues!, ¿entonces? Vamos a suponer… pero no, no supongamos, no vaya a ser que al final de este artículo te quedes con la impresión de que dije algo interesante, cuando dije absolutamente puras tarugadas… Pero ya que empezamos hablando de Cantinflas, para no desperdiciar lo hablado, y ya que lo tienes al alcance del recuerdo, así como quien dice, en figura y hechura, hablemos de su compostura y su autenticidad.
Por el lado que veas a Cantinflas no podrás negar que era una “persona” auténtica. Sincero y, y… y poco se puede decir del que es auténtico, por la sencilla razón de que el que es auténtico ES lo que es y punto. No se esconde atrás de una máscara, no aparenta lo que no es, ni trata de engrandecer o desfigurar lo que es.
El diccionario dice que auténtico es el que es realmente lo que dice o aparenta… Así de sencillo es el ser auténtico. Vivir sin máscaras… sin cambiar de ser… sin camuflajes
Del griego authentikós, forma de authentēs, el que obra por sí mismo, maestro. De autos, por sí propio, y eis, entos,del verbo iémi enviar, el que envía de sí mismo, por sí mismo… aquel al que su ser le sale de entro. No como el que tiene un ser hecho de máscaras implantes, emplastos, parches y pegostes… que no dejan aparecer al verdadero ser, cuando mucho medio se alcanza a asomar entre los telebrejos que le se echaron encima… y no podrá ser verdaderamente feliz, ¿pos cómo? si con trabajos alcanza a ver la felicidad de lejos… a través de rejas, no puede ver la felicidad de cerca, cara a cara, como la puede ver el que es auténtico.
Ser auténtico es más fácil, más sencillo; es más liviano, no hay hilos de titiriteros que te muevan o de detengan, y ¿sabes una cosa? Ser auténtico es la única forma de ser verdaderamente feliz. El doble, el hipócrita, el mentiroso, puede aparentar felicidad, pero la felicidad verdadera sólo la podrás experimentar cuando seas ‘tú mismo’, cuando seas el original, el auténtico, no cuando eres y vives como el que ha sido creado por la publicidad; no cuando eres el que hicieron los amigos y hasta lo designaron con un apodo, no el que por conveniencia o por necesidad se esconde todo el día detrás de un traje y una personalidad inventada y hasta detrás de una sonrisa de teatro… Ese que cuando llega a su casa y se desviste, no solo de la ropa, sino de las máscaras y falsas actuaciones, ese que se ve al espejo, allí, solo y desnudo, y que sólo entonces tiene un momento para respirar feliz.. ¿a poco no te ha pasado? Es como cuando te quitas unos zapatos incómodos. Es como si estuvieras actuando en una obra de teatro (el gran teatro del mundo) y te tocó hacer el personaje de alguien feliz, pero al bajar el telón, quitarte el maquillaje y volver a ser tú mismo, no eres feliz…. Y eso te puede pasar al final de la vida. Imagina toda una vida viviendo de mentira, viviendo en el engaño…engañado y engañando. Toda una vida sin vivir verdaderamente feliz, porque no fuiste auténtico, porque no te atreviste a rechazar lo que no eras pero que los demás creían que eras. Porque no te atreviste a dejar de creer cosas que no entendías, pero los demás creían. Porque no te atreviste a ser verdaderamente feliz…. Mmmmjumh, puede que de veras merezcas ser eternamente desgraciado… Más vale que le pienses y empieces a ser auténtico, porque en mi libro sólo los auténticos “irán al cielo”….. donde, dada la escasez de autenticidad, hay muchísimo campo…..
Salud y saludos, al verdadero tú