Cuenta la historia que hubo un burro que cayó en un pozo, como el burro era viejo y era muy difícil sacarlo del pozo, pensaron que la suerte del burro estaba decidida, se moriría en el pozo, y pensaron que lo mejor era aterrar el pozo, para que no fuera a agarrar agua y apestara y contaminara… Así que lo iban a enterrar vivo. El burro y el pozo se morirían juntos. El burro se dio cuenta y a cada palada de tierra que le aventaban él pataleaba, se removía como podía, pero se iba sacudiendo la tierra, y de tanto y tanto, se dio cuenta que poco a poco iba subiendo… cada vez más, cada vez un poco más, hasta que empezó a ver más claridad, y así, sacudiéndose la tierra que le aventaban y pisando en ella, logró salir del pozo… y echó a correr ligero para no verse en situación parecida…
Cuando sientas que la vida te esta aterrando, que estás quedando en el olvido, patalea y no te tragará la tierra.
Sacúdete el polvo y sigue adelante, porque a veces notarás que los jóvenes se sienten los dueños del mundo, como tú alguna vez te sentiste, pero no es cierto, tú tienes tanto o más derecho que los jóvenes a la vida, no dejes que te hagan a un lado ni tú te hagas a un lado… sigue viviendo a plenitud hasta el último resuello. Ten en cuenta, lo que dijo un viejo, “esto (en este caso la vida) no se acaba hasta que se acaba”.
Te puedes morir antes de tiempo si te dejas aterrar, si no te sacudes el polvo del aburrimiento y de la pasividad. Tienes muchas experiencias que compartir, mucha enseñanza que ofrecer, hazlo con humildad y serás oído.
De la misma manera que te cae mal un joven que cree saberlo todo, también cae mal un viejo que cree saberlo todo. Aprende la humildad de los verdaderamente grandes. No presumas de haber sido si no se te ven ni siquiera rastro de que hayas sido… La humildad es apreciada en todas las edades, pero más en la vejez. Tu humildad no debe ser un reconocimiento de derrota, sino un reconocer sabiamente que pudiste ser más, que pudiste dar más, que aún tienes mucho por aprender, mucho por hacer……y mucho puedes dar. Si ya llegaste a lo que, bien o mal, llaman “la tercera edad” eso es algo artificial, tú sigues estando en la misma edad, la única, la edad de vivir…. y la vida no se acaba hasta que se acaba.
Oiram Otos
Casi, casi de acuerdo, mi querido Licenciado: yo soy más de creer que la vida se acaba cuando pierdes la ilusión de vivirla. Mi abuela, mujer vital donde las haya, fue clara demostración de ello: cosió hasta la jornada anterior a la celebración de sus 101 años (de hecho guardo con gran cariño el último traje que me hizo). El día de su cumpleaños cerró el costurero diciendo: «Esta ha sido mi última puntada». Vivió hasta los 103 años, pero para nosotros fue como si nos hubiese dejado ese día, porque los dos últimos años no fueron más que una despedida lenta. ¿Qué te hace despertarte un día y pensar: «Ya nada me atrae de la vida»?. Para mí es un misterio…
Gracias. Releí tu comentario y creo que se le puede quitar el «casi», porque de un modo o de otro, o de los dos, la «vida» (valgan las comillas) se acaba cuando se acaba. Saludos y ¡Salud!!
Je, je, ¡pues también es verdad!