MUERTES TRÁGICAS. Óscar Romero

Eran las seis de la tarde y cuarenta minutos del lunes 24 de marzo de 1980  cuando Monseñor Óscar Romero fue asesinado de un disparo en el corazón cuando celebraba misa. Monseñor Romero se desplomó mortalmente herido ante el altar de la capilla del hospital para cancerosos La Divina Providencia, en la capital salvadoreña. Allí murió frente al altar!

Según versiones, cuatro desconocidos llegaron hasta el hospital de la Divina Providencia en un coche Volkswagen de color rojo. Se acercaron a la capilla y dispararon contra el arzobispo. Un disparo le atravesó el corazón. Una religiosa que escuchaba la misa dijo que antes de morir, monseñor Romero pidió perdón para los asesinos.

Según versiones de los testigos, monseñor Romero fue asesinado por una sola persona en el momento mismo en que daba la comunión. Un individuo armado con una pistola, provista de silenciador, disparó contra él un solo tiro, acertándole en el mismo corazón. Mientras el asesino iniciaba su huida hacia la calle, alguien efectuó dos disparos para asustar a la gente, que se echó al suelo. Los asesinos huyeron sin problemas en el vehículo que esperaba a la puerta del hospital.

Al día siguiente, martes, en la mañana millares de salvadoreños se agrupaban ante la basílica del Sagrado Corazón para rendir el último homenaje al prelado asesinado. Pero al mismo tiempo ese día, al menos veinticinco bombas estallaron en El Salvador.  Aún así, miles de personas salieron a las calles con la esperanza de aproximarse al féretro del arzobispo, que sería sepultado el jueves 27.

No importaban las patrullas militares en todas las calles, el estallido de bombas casi sin parar, corte de luz en el centro de la capital. Miles y miles de personas, con el dolor y la consternación reflejados en el rostro, luchaban por ingresar a la basílica de San Salvador, donde se levanta la capilla ardiente del arzobispo Romero.

Monseñor Romero llevaba poco más de tres años de ser el arzobispo de la capital de El Salvador.

Todo el tiempo y hasta en su última homilía, monseñor Romero hizo un emotivo llamamiento al Gobierno para que cesara lo que denominaba “represión contra el campesinado”. “Las reformas no valdrán nada si están teñidas de sangre”, señaló en su homilía.

En su última entrevista, concedida a la agencia Efe, el arzobispo asesinado manifestó: “A mí me pueden matar; pero que quede claro que la voz de la Justicia nadie la puede callar ya”  “No me consideren un juez, ni un enemigo -decía en un sermón a los ricos del país-. Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo, un amigo que sabe de sus sufrimientos, de sus hambres, de sus angustias y, en nombre de esas voces, yo levanto mi voz para decir: no idolatren sus riquezas, no las salven de manera que dejen morir de hambre a los demás. Compartan, para que ustedes y todos sean felices.”

Así defendía Monseñor Romero valientemente a los más pobres y desprotegidos.  Eso le acarreó críticas hasta después de muerto de sus mismos hermanos sacerdotes y obispos católicos (esto no lo digo yo, lo acaba de decir hace poco el Papa Francisco)

La frase “Haga patria, mate a un cura” estaba escrita en muchas paredes del país, indicando que los prelados católicos que apoyaban la insurgencia campesina eran también un objetivo para los escuadrones de la muerte que aterrorizaban el país. Se dijo y muchos creen, que fue uno de esos escuadrones el que llevó a cabo el asesinato de Romero, y que el mayor Roberto D’Aubuisson, un líder militar que fue entrenado en la Escuela de las Américas en Estados Unidos, fue el autor intelectual del asesinato de monseñor Romero.

El conflicto armado que sufrió El Salvador durante doce años (1980-1992) dejó un saldo de 75,000 personas muertas, 8,000 desaparecidos y 12,000 lisiados.

Mártires  verdaderos son los que mueren no solo por defender lo que la fe dice, por defender un dogma, sino por hacer lo que la fe predica, por denunciar la falsedad y la injusticia, como hizo Monseñor Romero y por eso fue declarado mártir. El 23 de mayo de 2015 fue beatificado y el pasado 7 de marzo se dio la noticia oficial de que será canonizado. Solo falta señalar la fecha. Este 24 de marzo se cumplen 38 años de su martirio.

 

 

Anuncio publicitario

Acerca de licvidriera

Leo, medito, escribo, vivo y escribo en la eternidad
Esta entrada fue publicada en Uncategorized y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s