Ser pobre no es una desgracia ni una maldición. Se nace como se nace y… ¡A vivir! Pensar que nacer pobre es desgracia o maldición, es lo mismo que pensar que nacer moreno o güero es una maldición y no, el ser pobre hay que verlo como un estado de vida, y hasta podemos decir que el vivir pobre es un estilo de vida… o mejor dicho un estilacho, porque si ves las cosas con calma y le buscas, sí se puede ser pobre con estilacho, esa es la palabra para los pobres, los ricos usarán estilo caché, y otras palabras que yo no sé…
Claro que a veces lo que friega no es tanto el vivir pobre, lo que friega es no aceptar la desigualdad y que se la refrieguen a uno. Porque si cada quien viviera a su modo sin molestar a los demás viviríamos más en paz: los pobres sin envidiar a los ricos y los ricos sin humillar a los pobres y más bien tratando de entendernos los unos a los otros, porque no creas, no creas… Hasta uno de pobre debe de ser considerado con los ricos y hasta tenerles lástima a veces, porque los pobres ricos, digo, los ricos, ellos nunca gozarán las alegrías de los pobres.
Nunca sabrán, por ejemplo, ese gusto que se siente salir el mes, después de pagar la renta, el teléfono y la luz y demás abonos e intereses, y darte cuenta que ¡te sobraron unos dólares en la bolsa!
¡Qué van a saber los ricos de ese gusto que se siente! Y vas y te compras una pizza grandota y un seis de cerveza y los disfrutas como poca gente disfruta… o puede ser que un mes hasta te sobre para llevar a la familia a comer jámburgues… a jambar. Todos nos hemos visto y nos han visto, con qué gusto las familias pobres disfrutan esas comidas en algún lugarcito baratón, pero que es lujo que no puede ser de diario.
Nunca sabrán los ricos el gusto de comprarle un juguetito al niño en la 99cents, aunque no sea Navidad… ¡que van a saber los ricos de las alegrías de los pobres!
Te apuesto a que no saben lo que es encontrarse un billete de cien peso… o de veinte dólares, que sea. Yo recuerdo bien que cuando tenía como diez años una mañana me encontré un billete de cien pesos, temprano en la mañana casi hasta puedo ver la piedra de la calle donde estaba recargado el billete, húmedo de rocío, esperando que lo recogiera… Los ricos no saben de esas alegrías. ¡Cuándo se van a encontrar un billete de millón para que les dé un gusto igual al que me dio a mí! Nunca…
Que Dios anda con los pobres y ama a los pobres, ¡pos cómo no! Acá entre nosotros sí se puede sentir como Dios, los ricos lo tratan como igual y a veces hasta lo ven un poco abajo… Como igualado. En cambio para los pobres Dios es Dios, y hasta he oído gente pobre que le dice Don Dios, y otros lo ven tan como de la casa, como uno más de la familia que hasta le dicen diosito en confianza ¡Ándele diosito, cómase esos frijolitos! ¡Que esperanzas que los ricos lo vean así!
Esto podría parecer a algunos un dorar la píldora a los pobres e invitarlos a la resignación. Pero no, es simplemente un decir que la riqueza o la pobreza, como la belleza física o la “fealdad” son meros accidentes del ser; que la felicidad y la realización de la vida tienen otras raíces. Por ejemplo, todos hemos conocido a personas pobres, o de escasos recursos que vivieron una vida plena, fructífera y feliz. Y todos hemos conocido a más de alguno que a pesar de tener abundancia de bienes materiales no vivieron una vida plena fructífera y feliz… Y tenemos que entender que se puede vivir feliz siendo pobre y que así vivimos muchos pobres en el mundo que no tenemos nada contra los ricos, porque muchos ricos no tienen ninguna culpa de haber nacido ricos, pero lo único que les pedimos los pobres a los ricos es que también se conformen y sean felices con lo tienen y ya no nos sigan quitando-robando lo poco que tenemos o lo poco que nos queda y que si se llevan riquezas de nuestros países por lo menos no destruyan nuestro medios ambiente, nuestros ríos, aire, tierra, mar…
Somos muchos, pero muchos más los pobres que los ricos, por lo mismo nacen más pobres que ricos. Alguien dijo que eso se debe a que a Dios le gustan más los pobres que los ricos, por eso hizo más pobres, pero lo cierto es que si naces pobre, bien puedes ser feliz, vivir una vida plenamente feliz. Si desde recién nacido viviste pobre, pronto te acostumbras… Si naciste cristiano, católico, musulmán, judío, budista, hindú o lo que te haya tocado por la región donde naciste, eso es solo un accidente, puedes ser feliz, todo está en que SEAS, que desarrolles tu ser, que no quieras ser lo que no eres y respetes a los demás lo que son.
El mundo sería más feliz y la vida más llevadera, alegre y provechosa si, como dijo aquel que dijo, respetáramos el derecho ajeno. El derecho a ser como naciste, el derecho a tener diferentes características… físicas, psicológicas, sexuales, religiosas, económicas… Vive y deja vivir. Enfócate en lo esencial y no des tanta importancia a lo accidental.
Tampoco tienes por qué andar presumiendo lo que eres o lo que no eres… y haciendo desfiles del orgullo de ser pobre, el orgullo de ser chaparro, o el orgullo de ser homosexual. No se necesita, puede ser contraproducente… Es como los ateos, por decir algo. Si ya eres ateo, porque según tú te liberaste de una religión ¿sabes que hay más de cuatro mil religiones y miles de dioses? pero en fin si ya eres ateo dale gracias a Dios y estate sosiego, no tienes para qué hacer tanto ruido, nada ganas… si ves que chocas con la sociedad, ¿para que hacerte más chocante? Pueden ser más la pérdidas que las ganancias….
A ti te lo digo mi’ja pa’que lo entienda mi nuera…
voy von mi hacha
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Sugerir o enseñar al mundo que todos somos iguales es respetable y conciliador: Es una manera clara de buscar armonía entre unos y los otros……Luis Casillas Navarro
Sin embargo, en este artículo («Ser Pobre no es maldición»), estimado Sr Vidriera, hay mucho más que eso: I) Haces hincpapié en lo que creo fundamental para la mayoría de los seres humanos, que en realidad hay muchas más razones para sentirse satisfechos y ser felices entre los pobres que entre los ricos. La mayoría de los ricos ven en un triunfo financiero alimento de superioridad y control, de ventaja ante los demás, para los que no necesitaron hacer mucho esfuerzo de su parte; en cambio nosotros los pobres apreciamos mucho más lo poco que podemos conseguir con nuestro propio esfuerzo.
En esta ocasión he visto como has desarrollado este maravilloso tema. Encuentro mil y una razones para que no sólo agrade a los pobres del mundo entero, sino que has traído a la memoria de los lectores acontecimientos que han cambiado su vida. Y para probarlo, te cuento que al leer tu historia, vino a mi memoria un hecho que hizo toda la diferencia en mi vida desde hace 58 años: «Cuando yo estaba a punto de partir a vacaciones, mientras estaba estudiando en el Seminario Diocesano en la capital de Jalisco, no tenía un solo centavo para pagar el boleto del autobús que me llevaría hasta Jalostotitlán. Durante el tradicional sermón que pronunciaba el famoso Monseñor José Ruiz Medrano en la misa del domingo de Pacua, se me acercó la señora Dolores Ramírez y, metiéndo su mano en mi bolsa del pantalón, depositó algo en ella sin que yo le hubiera dicho a nadie que no tenía ni un solo centavo en mi poder, cuando sabía que necesitaba cinco pesos ochenta centavos para conseguir el necesitado boleto. Al revisar qué sería lo que me había dejado la señora Ramírez,, encontré que era un hermoso/milagroso billeta azulito de cincuenta pesos. Exhuberando en gozo, le hice una carabana de agradecimiento.a Doña Lola quien era la hermana del Padre Rosario Ramírez=El Padre Chayo. Yo sin ningún control ni miramiento, solté el llanto como lo hiciera un niño cuando le dan el juguete que tantas veces había soñado tener. Ese día, me enteré que los milagros suceden, cuando menos se lo imagina uno. Así fue como sacasta del fondo de mi memoria un acontecimiento que aún hoy no me sé explicarme: ¿»Salió de su corazón hacerme el obsequio? ¿Alguien le dijo que mi madre viuda y con seis hijos estaba en condiciones económicas deplorables?, Fué una inspiración divina?»
Lo importante en tu relato es que, así como me has hecho sentir bien con mi pobreza cuando mi padre había muerto y mi madre viuda se la veía apretada, gracias a un regalo misterioso,