Las gotas del príncipe Rupert, también conocidas como esferas de Rupert y lágrimas holandesas.
Son unas formaciones de vidrio en forma de gotas con largas colas que han intrigado a científicos y entretenido a curiosos durante 4 siglos, porque por un lado (lo que sería la cabeza) resisten golpes y hasta balazos y mientras que por la cola o extremo se desintegran con una leve presión.
En 1625 las hacían en Alemania, aunque se cree que venían de Holanda pues ya desde el siglo XVII las llamaban lacrymae Batavicae, latín para “lágrimas holandesas”. Para hacerlas se calienta vidrio común o vidrio flint hasta que se derrita y se dejan caer las gotas en un recipiente con agua. Al caer el vidrio se solidifica instantáneamente en la forma de la gota del príncipe Rupert: una lágrima con una larga y delgada cola. Hay quienes las describen como renacuajos.
Científicos, nobles y pueblo en general estuvieron intrigado tratando de encontrar una explicación, porque esas gotas podían ser golpeadas con un martillo, hasta un balazo se les tiró y la bala se acható, pero no quebró la cabeza de la gota, pero con un golpecito, o poquita presión en la punta de la cola de la lágrima, toda se desquebrajaba… Por fin con la tecnología moderna se descubrió cómo se distribuyen las fuerzas de tensión dentro de la lágrima. Encontraron que la tensión de comprensión del vidrio era de unas 50 toneladas por pulgada al cuadrado… para que mejor entiendas, una delgada capa de la superficie de la cabeza es tan fuerte como algunos tipos de acero…
Ya se le buscan aplicaciones, a esa formación de tensiones y ojalá sean para bien, no sólo para armas más potentes, como siempre.
Aristócrates Botello